Buqué es una palabra que proviene del francés “bouquet”. Significa aroma. Cuando hablamos del buqué del vino nos referimos a los aromas que ha desarrollado durante un periodo largo de envejecimiento en barrica o en botella.
Aromas terciarios
Como te explicamos cuando hablamos de tipos de aromas en una cata de vinos, el vino tiene aromas primarios, secundarios y puede que terciarios. Los primarios provienen de la planta. Son frutales, minerales y florales.
Los secundarios se desarrollan durante la segunda fermentación, en la que el ácido málico de la uva se convierte en ácido láctico. Recuerdan a pan, a yogur, a mantequilla y a otros lácteos.
Los aromas terciarios solo se encuentran en los vinos que pasan tiempo de envejecimiento en barrica y en botella. Por tanto, un vino joven no desarrolla este tipo de aromas. El buqué se enmarca en los aromas terciarios.
Cómo es el buqué
El buqué es propio de los vinos que consideramos más complejos. Surge de la combinación de primarios y secundarios, que genera unos aromas que ya no tienen nada que ver ni con la fruta ni con el ácido láctico.
Madera, humo, frutos secos, especias e incluso chocolate, caramelo o tabaco son algunos de los aromas complejos resultantes de este proceso de crianza en barrica.
Tipos de buqué
Existen dos tipos de buqué, en función de la manera en la que se ha generado:
Buqué de oxidación: los aromas terciarios surgen en el proceso de microoxigenación al que se someten durante el tiempo que están en barrica. Madera o frutos secos se enmarcan en este tipo.
Buqué de reducción: los aromas surgen durante el tiempo en el que el vino está “encerrado” dentro de la botella, en el periodo de descanso en la que sus características terminan de asentarse. Vainilla, humo y hojarasca están dentro de esta tipología.
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