Eco-friendly, détox, bio… Actualmente existe una tendencia generalizada por la compra de este tipo de productos con etiqueta verde. Y es que la agricultura ecológica está muy de moda en nuestro país por sus amplios beneficios para el medioambiente.
En Bodegas Raíz de Guzmán también apostamos por el cultivo ecológico de nuestros viñedos, una técnica que recupera las auténticas cualidades de la Ribera del Duero y que repercute en la elaboración de vinos de una calidad inmejorable.
Si te interesa conocer más sobre el cultivo y viticultura ecológicos, te traemos las claves para entender la personalidad y naturaleza de nuestros vinos desde la raíz a la copa.
¿Qué es la viticultura ecológica?
La viticultura ecológica es la rama de la agricultura centrada en el adecuado tratamiento de la vid y el suelo que la sustenta, basándose en la utilización óptima de recursos naturales.
Su principal objetivo es sustituir la utilización de productos químicos por recursos renovables de origen natural, como el azufre, el cobre o extractos de plantas o animales.
La clave es encontrar el equilibrio entre las necesidades de la planta y el entorno. Por eso, en Raíz de Guzmán, todas nuestras uvas provienen de un cultivo ecológico.
Sin embargo, no todo se resume a la eliminación de productos químicos por otros de producción ecológica, va más allá. El sistema de producción de las uvas debe adaptarse a las condiciones agroclimáticas locales, mejorar la fertilidad natural del suelo e incrementar la biodiversidad del sistema.
Selección del suelo
Los cuidados de un viñedo ecológico son más delicados que en un viñedo convencional. El terreno donde se cultiva juega un papel fundamental. Así como la orografía, la orientación o el grado de inclinación donde se cultiva la vid determinarán la calidad de la uva.
En el caso de los viñedos de Raíz de Guzmán, en las zonas más bajas, el suelo es de guijarro y, en las zonas de mayor altitud, los suelos son rojizos, con abundancia en cascajo.
Técnicas para favorecer la biodiversidad
Las normas de la producción ecológica de un viñedo prohíben expresamente el uso de fertilizantes de origen químico. En su lugar, se desarrollan diferentes estrategias de manejo para cumplir con la normativa.
Fertilización
Para el tratamiento adecuado del suelo, se utilizan materiales de origen orgánico, como el compost, los abonos verdes, restos de la poda, etc. El uso de este tipo de materias primas mejora la actividad biológica del suelo propiciando la transmisión de nutrientes a las uvas.
Nitrógeno, potasio, fósforo… Todos estos elementos deben estar en las proporciones precisas, puesto que su exceso o carencia puede influir de forma negativa en el desarrollo de la vid, pudiendo generar enfermedades fúngicas.
El abono proveniente de animales rumiantes es el más recomendado porque consigue acumular en el terreno sustancias húmicas que se disuelven progresivamente, mejorando el pH del suelo.
Nuestro viticultor, Carlos Santos, conoce en profundidad los suelos que cultiva y escoge las materias primas que necesitan nuestros viñedos en cada momento. Es el encargado de buscar el equilibrio entre la cantidad y la calidad.
Control de plagas y enfermedades
Evitar las plagas se consigue creando las condiciones adecuadas para el desarrollo de organismos beneficiosos (por ejemplo, mariquitas o chinches de las flores) que controlen la proliferación de estos dos agentes negativos.
Entre las enfermedades más comunes que pueden afectar a los viñedos se encuentran las plagas de polillas, los ácaros y los hongos. Cada una tiene un tratamiento específico, por ejemplo, los ácaros se eliminan utilizando azufre.
Tratamiento de las malas hierbas
Para evitar la aparición de malas hierbas alrededor de las plantas, la técnica más recomendable son las cubiertas vegetales, que sirven como método de prevención y control.
Esta estrategia consiste en permitir que alrededor de las vides crezca vegetación, aspecto que favorece la aparición de diversos organismos que combaten las plagas naturales de la vid.
Las mejores plantas para cultivar son las crucíferas por su capacidad para transmitir nutrientes a las capas más profundas del terreno y las leguminosas, puesto que fomentan la fijación del nitrógeno.
Este tipo de vegetación no debe competir con la vid en cuanto a la absorción de nutrientes y agua, sino contra las plagas y las malas hierbas. Por ello, lo ideal es eliminarlas y enterrarlas llegada la primavera.
Pese a ello, tal y como afirma nuestro viticultor, “la tierra genera basura” y cuando se extienden en masa se debe realizar un escardado que las arranque de raíz (sin erosionar en exceso el terreno) durante los meses de febrero y marzo.
Utilizar los restos de la poda de invierno
Durante los meses de febrero y marzo se realiza la poda del viñedo. Asimismo, una práctica muy extendida es enterrar los restos para devolver al suelo los nutrientes absorbidos por la vid durante todo el año.
Aun así, puede convertirse en una estrategia peligrosa si no se hace bien. Si la planta ha sufrido enfermedades de la madera, éstas también se traspasarán a los cultivos.
Para evitar la contaminación, se deben compostar los restos y utilizarlos posteriormente como fertilizante orgánico o quemarlos y utilizar las cenizas para abonar el terreno.
Las condiciones climáticas por las que se ve afectado un viñedo ecológico son factores a considerar a la hora de cultivar la vid. Lo ideal es utilizar una zona soleada sin abundantes picos de humedad y con una aireación adecuada.
En este sentido, hay que prestar especial atención a la adaptación de las cepas, por ejemplo en las regiones más frías como la Ribera del Duero se suele optar por cepas en zonas de mayor altitud y de ciclos más tempranos por su férrea resistencia ante las heladas.