El vino no siempre se ha envasado en recipientes de vidrio. Ni siquiera se pensaba en las mejorías que podría experimentar su sabor tras conservarse durante años. Pero ahora es impensable no asociar el vino con su correspondiente botella de cristal. Aquí te contamos el origen de la botella.
Los orígenes del vidrio
Para hablar de los inicios de las botellas de vidrio, hay que remontarnos a los fenicios, quienes descubrieron la técnica del vidrio soplado en el siglo I a.C. En la época romana, la manufactura del vidrio se extendió por el Imperio, desde Roma hasta Alemania.
La aparición de la botella de vidrio fue revolucionaria. Aunque el vidrio ya se fabricaba en Venecia desde el siglo X, el cristal veneciano más antiguo data del siglo XV. Pero ya en el siglo XIII en esta ciudad, se comenzó a estudiar la composición y manipulación de este material.
Al principio, era un vidrio sódico consistente y refinado muy maleable. Con el tiempo, hicieron las vasijas de cristal menos pesadas y más delicadas. Toda Europa se vio afectada por la influencia veneciana y comenzaron a copiar sus técnicas de fabricación del vidrio.
La botella como transporte del vino
La botella de vidrio como envase se popularizó a principios del siglo XVIII. En un principio, su aspecto era más redondo que alargado, pues era más fácil obtener esa forma con la técnica que empleaban es esa época (vidrio soplado).
Hasta entonces, el vino se transportaba y comercializaba en otros recipientes. En Roma, antiguamente, el vino se guardaba en barriles, ánforas de barro o barricas de madera. No se envasaba el vino en objetos de cristal sino que se transportaba entre pieles o “pellejos” de animales que se unían para que el vino no se derramara. Sin embargo, a pesar de contener a salvo el líquido, las propiedades del vino se veían alteradas por las diferentes temperaturas y los cambios bruscos de todo tipo.
De aquellos orígenes, conservamos en España la llamada “bota de vino”. Poco a poco, todas esas formas para trasladar el vino de un lugar a otro se vieron sustituidas por el cristal. Fueron, precisamente, los romanos en el siglo IV quienes usaron los primeros contenedores de vidrio para albergar el vino. Esta forma de almacenar el vino en botellas de cristal, hizo que fuera más fácil y práctico para llevarlo a la mesa.
El vidrio en la conservación del vino
El uso y disfrute del vino proviene desde el principio de los tiempos de la Biblia, pero no hay constancia de que se usaran métodos de conservación del vino hasta el siglo XV, concretamente en Italia.
Antes no tenían por objeto dejar que el vino envejeciera, por lo que aún no usaban técnicas para conservarlos. Duraban entre seis y ocho meses, apenas tenían alcohol y la mayoría se mezclaban con especias o agua salada para ayudar a mantenerlos más tiempo.
A pesar de la fragilidad y el peso de las botellas de cristal, los productores se dieron cuenta de que el vidrio era una propiedad esencial para conservar el vino y permitirle evolucionar con el tiempo e, incluso, mejorarlo.
Cada vez es más habitual usar vidrio reciclado. Normalmente, mezclado con algunos minerales que le ayudan a adoptar distintos colores o bien le aportan opacidad para que el vino no se vea afectado por la luz.