Son muchos los factores decisivos a la hora de crear un buen vino. La barrica es uno de ellos, también es indispensable para la crianza. Ya sabes que los vinos Raíz de Guzmán pasan por un proceso de crianza y conoces la importancia de la barrica en dicho proceso. Hoy, queremos que conozcas un poco mejor cómo se fabrican las barricas, esos toneles tan íntimamente ligados al vino.
1. Secado
El primer paso es el secado de los listones de madera que compondrán el tonel, se les llama duelas. Suelen ser de roble, principalmente americano o francés. En Bodegas Raíz hay un 80% de barricas de roble francés y un 20% de barricas de roble americano, cada uno aparta características diferentes al vino. El roble francés aporta aromas más especiados y taninos más finos, mientras que el roble americano aporta aromas a coco, y más dulzor.
El secado se realiza de manera natural, al aire libre o en patios y secadores, puesto que las duelas deben exponerse a las inclemencias del tiempo para eliminar algunas impurezas de la madera joven, como los taninos “verdes” que no son buenos para el vino. El proceso dura varios meses e incluso años.
2. Ensamblaje
Cuando las duelas pueden ser tratadas, se clasifican por tamaño y comienza el montaje de la barrica, es un proceso casi artesanal y muy preciso. Las duelas se agrupan dando forma al perímetro de la barrica, para ello se colocan dentro de un aro galvanizado.
3. Tostado
Dentro del tonel, se coloca una pequeña estufa centra u horno. El fuego, junto con la ayuda de unos tensores, permite ablandar poco a poco las tablas para que sean más fáciles de manipular y dar a la barrica su forma definitiva.
Al final de este proceso se colocan las tapas y se lija la madera. El tostado también proporcionará aromas a la madera. En función de la intensidad del tostado, hay diferencias en la crianza de los vinos, por ejemplo, a mayor temperatura, se marcan más los aromas característicos tostados, ahumados y especiados.
4.Comprobación
Finalmente, una vez colocadas la tapa y la base, se comprueba la calidad y el sellado de la barrica. Para ello, se llena de agua hirviendo, de esta forma se comprueba si existen fugas de agua al mismo tiempo que se eliminan los restos e impurezas que aún pudiera almacenar el recipiente. Si todo está bien, la vida útil de una barrica puede prolongarse hasta un centenar de años.