Los Consejos Reguladores de cada denominación de origen califican las añadas como regulares, buenas o excelentes. Uno de los factores que más influyen en la calificación de la añada es el clima, especialmente en los meses cálidos, en primavera y verano, cuando tiene lugar el crecimiento y la maduración de la uva. Ahondamos en cómo influye el clima en una añada.
Agua y sol
Con la calificación de la añada sabremos si las uvas recibieron la cantidad de agua y de radiación solar adecuadas. Para que la añada sea satisfactoria, debe haber un equilibrio entre ambas, de modo que la planta desarrolle una pared vegetal lo suficientemente frondosa como para que las uvas reciban los nutrientes necesarios.
Para alcanzar ese equilibrio, la temperatura debe ser óptima. Las adversidades climáticas, como las granizadas o las heladas, también pueden afectar al desarrollo de la planta, interrumpiendo los ciclos naturales de crecimiento: brotación, floración, desarrollo del fruto, cuajado y maduración.
Zonas de cultivo
La evaluación de la climatología varía en función de las zonas de cultivo. Por eso, cada Denominación de Origen establece su propia nota. Evidentemente, una uva no tiene las mismas necesidades si se cultiva en Andalucía que si se cultiva en Galicia.
Además de la climatología, para evaluar una añada, los expertos consideran otros factores, como las posibles plagas o infecciones. También basan su calificación en la cata y la analítica de uvas procedentes de distintos viñedos de la zona.
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