Un vino joven puede ser sacado directamente al mercado tras la fermentación y posterior estabilización (clarificación, estabilidad tartárica y filtración). Sin embargo, los vinos de Bodegas Raíz de Guzmán, a excepción de Raíz Voy Olé, siempre pasan por un proceso de crianza.
Se trata de un proceso de transformación física y química que influye en su color, en sus aromas y sabores. Aquí van tres claves de la crianza del vino en barrica.
1. El origen
La barrica nació como medio de almacenamiento y transporte del vino, inventado por los celtas y los romanos, que fueron los primeros toneleros”, explica Ignacio Figueroa, enólogo de Bodegas Raíz de Guzmán.
Con el tiempo, pasó a ser un sustituto de otros envases como vasijas de barro, las ánforas… La barrica era más resistente y manejable. Además, aportaba a los vinos cualidades extraordinarias”.
2. La composición
En Bodegas Raíz de Guzmán hay un 80% de barricas de roble francés y un 20% de barricas de roble americano. “No es que uno sea mejor que otro, es que aportan características diferentes”, puntualiza Figueroa.
El roble francés “aporta aromas más especiados y taninos más finos, el roble americano aporta aromas a coco, y más dulzor.
3. La microoxigenación
Durante la crianza del vino en barrica, además de recibir los aromas y los taninos de la misma, el vino vive un proceso fundamental: la microoxigenación. “El vino es capaz de asimilar óxigeno en pequeñas cantidades causando un efecto positivo a nivel aromático, incluso de estabilización de la materia colorante”.
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