Agresivo: vino extremadamente potente o penetrante.
Animado: vino joven o con poca crianza que deja sensación de frescor en la boca.
Armonioso: equilibrado.
Astringente: se dice de un vino que te deja una ligera sensación positiva de aspereza en la lengua o la garganta al beberlo.
Áspero: vino en el que la sensación de astringencia es desagradable.
Balsámico: vino que desarrolla aromas mentolados.
Brillante: en la cata visual, vino transparente y limpio.
Carnoso: vino con cuerpo, que se deja sentir en el centro de la boca, casi masticable.
Evolucionado: vino que ha desarrollado nuevos matices en un periodo de crianza largo.
Frutal: vino con un intenso aroma a fruta (uva, frambuesa, cereza, mora…).
Hueco: vino que no destaca, decepcionante.
Largo: deja su sabor en boca durante un largo tiempo después de beberlo.
Mantecoso: que, en la fermentación maloláctica, ha desarrollado aromas a mantequilla.
Picado: vino oxidado, que ha desarrollado unos desagradables matices avinagrados.
Untuoso: es el vino que, como el aceite, envuelve la boca al beberlo.
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