Un paisaje eminentemente llano donde confluyen el más profundo espíritu rural castellano con el ligero toque urbanita que aportan las ciudades de Valladolid, Soria, Segovia y Burgos. A pocos kilómetros de Madrid, la Ribera del Duero acoge a quienes escapan de la gran capital en busca de un contexto que les haga olvidar el ruido y las prisas.
Si tienes coche, prepara la música y la maleta. Si no, alquílalo. Un road trip por la llanura castellana es un remedio antiestrés tan efectivo como barato. Te damos 4 razones que lo corroboran.
Los vinos D.O. Ribera del Duero
El clima continental propio de la zona, con días soleados y noches frías, favorece el cultivo de la que probablemente sea la uva más famosa de España: la tempranillo. Con un mínimo de un 75% de esta variedad, nacen los vinos Ribera del Duero, una denominación de origen creada en los años 80 por iniciativa de los viticultores de la zona.
Reputados vinos tintos y rosados se reúnen bajo la etiqueta de esta D.O., en la que, además de la tempranillo, se puede utilizar un 10% de merlot, malbec y cabernet-sauvignon y hasta un 5% de albillo y garnacha.
Una ruta por la zona incluye, obligatoriamente, paradas en las principales bodegas de la zona, donde se ofrecen visitas guiadas y catas. Haz un alto en el camino para visitar las bodegas Raíz de Guzmán, ubicadas junto al Consejo Regulador de la Ribera del Duero, en la localidad burgalesa de Roa.
Sus propios trabajadores son los encargados de dirigir la experiencia: un recorrido por instalaciones y viñedos, con explicaciones detalladas sobre el proceso de elaboración del vino y la consiguiente cata.
La gastronomía
Unos grandes vinos requieren grandes platos que completen el ágape, y viceversa. Las carnes son las grandes protagonistas de la mesa castellana, donde destacan el lechazo asado, las chuletitas de lechazo y los embutidos provenientes del cerdo, como la morcilla de Burgos o el chorizo, acompañados de la famosa torta de aceite de Aranda.
El lechazo asado, también conocido como cordero lechal, se elabora en horno de leña. La tradición es servirlo en una cazuela de barro. Por sí solo, el estandarte gastronómico de la zona ya merece una visita a la Ribera del Duero.
El encanto de los pueblos
Aranda de Duero, Roa, Caleruega, Peñafiel o San Esteban de Gormaz son solo algunos de los ejemplos más conocidos entre los pueblos de la Ribera del Duero. Las calles de estas localidades medievales invitan a perderse por ellas, descubriendo las iglesias de estilo románico que vigilan sus cascos históricos o los restos de castillos, murallas y otras construcciones en las que reside la huella del pasado.
Los grandes monumentos
Las ciudades de la zona tienen un importante valor arquitectónico. Entre sus construcciones más relevantes se encuentra la catedral de Burgos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. La iglesia de estilo gótico se construyó a partir de 1221 sobre una antigua basílica románica. Su fachada principal, con la Galería de los Reyes, las dos torres y la Puerta del Sarmental son algunos de sus más admirados reclamos.
Soria hizo las veces de musa de grandes autores. Por ejemplo, Béquer se inspiró en el Monasterio Templario para escribir El rayo de luna. El románico sigue presente en la ciudad castellana en iglesias como Santo Domingo y San Juan de Rabanera, el monasterio de San Juan de Duero o la ermita de San Saturio. El Barroco está presente en la ermita de Nuestra Señora del Mirón y el Renacimiento, en el famoso palacio de los Condes de Gómara.
El acueducto de Segovia es probablemente uno de los monumentos españoles más conocidos a nivel mundial, como majestuosa herencia del Imperio Romano que es. Pero la importancia arquitectónica de la urbe no se debe únicamente al acueducto. También contribuyen la catedral, de estilo gótico tardío, presidida por su torre, con 18 capillas y majestuosas vidrieras, el Alcázar, la muralla, la puerta de Santiago o el barrio de la Judería.
En Valladolid continúa la estela gótica, en monumentos religiosos como la iglesia de San Pablo. La catedral, de estilo escurialense o herreriano con añadidos barrocos, o la iglesia de Santa María de la Antigua, del siglo XIII y en la que destacan su torre y su pórtico de estilo románico, son otros ejemplos a mencionar. En la línea de arquitectura civil, es famosa la plaza Mayor vallisoletana, así como la Academia de Caballerías, de principios del siglo XX.
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